miércoles, 26 de enero de 2011

Capitulo 18








Sebastián cierra su maleta. Se traga sus lágrimas. Dentro de la maleta deja sus ilusiones, sus sueños. Cerrando la maleta da por finalizada su historia de amor con David. Ha sido una historia corta pero muy intensa. A los dos les ha hecho muy felices estar juntos y a los dos les duele pasar página, alejarse pero Sebastián piensa que lo tiene que hacer. David lo abraza por la espalda, está temblando. Ama a ese hombre, su idilio con él ha sido una fantasía que le ha hecho vivir constantemente ilusionado. A veces aún le costaba asimilar que tanta felicidad era verdadera y ahora la ruptura le hace caer de la nube en la que estaba.
--No me puedes hacer esto –suplica David llorando—te has metido en mi alma, nadie te va a amar como yo.
Sebastián se gira. No quiere llorar pero las lágrimas de su amante lo conmueven. Le acaricia las mejillas, le limpia las lágrimas con las yemas de sus dedos. Es muy cariñoso con él.
--No quiero que llores, no quiero hacerte sufrir.
David llora derrotado por el dolor.
--Entonces no me dejes –solloza-- ¿no ves que me estás matando?
A Sebastián le duele lastimar a David, alejarse de él pero ya ha tomado la decisión. Siente que si se echa para atrás se harán mucho daño. Es dulce con el chico lo que le hace a David más difícil entender que Sebastián está rompiendo con él.
--tú y yo tenemos ideas enfrentadas. Yo creía que si nos gustábamos, si nos queríamos…
Sebastián nunca ha querido pensar en sus sentimientos hacia David, han tenido una relación libre a escondidas. No le puede ofrecer nada pero a cada palabra se da cuenta de que está profundamente enamorado de él pero aunque lo ha intentado se da cuenta que sus diferencias son irreconciliables y que la historia de amor entre un torero y un antitaurino es totalmente imposible.
--pensé que el cariño rompería todas las barreras pero veo que no –Sebastián.
Aunque siempre le ha dolido lastimarlo, David nunca le ha pedido perdón, nunca se ha arrepentido de lo que piensa pero en ese momento está dispuesto a todo. Desearía que le gustarán los toros. Daría todo, incluso la vida, por ese hombre. Se muestra desesperado.
--¡dame una oportunidad, haré lo que me pidas¡
Sebastián usa un tono fraternal:
--tú no me respectas, no aceptas que yo sea torero y contra eso no se puede hacer nada.
--¡ayúdame a aceptarlo¡ --suplica David angustiado.
A Sebastián le duele ver mal a David pero lo único que pretendía es que David respetara su trabajo como él respecta sus ideas. No le interesa que David diga lo que él quiera escuchar sólo para que no lo deje. Siente que eso al final les pasará factura, que si siguen juntos aún se harían más daño y por eso ya que ha tomado la decisión decide no echarse atrás aunque le duele mucho. David llora sangre, está deshecho por el dolor. Las lágrimas del torero cada vez son más abundantes.
--Ya es tarde. Lo siento.
Y esas palabras son una puñalada para David pero también para el propio Sebastián. El torero agarra su maleta y le da la espalda a David que se derrumba. David se arrodilla llorando y por primera vez le pide perdón. A Sebastián le duele que David se humille por él. No es lo que quiere, no lo quiere obligar a David a renunciar a sus principios. Sebastián llora:
--No me hagas esto. Levántate –solloza Sebastián.
David se abraza a sus piernas, casi lo tira. Llora desesperado:
--¡pues no me dejes¡¡haré lo que me pidas¡¡ ¡vendré a verte torear, si es necesario me haré torero¡
Sebastián se gira, David sigue de rodillas y sin soltarlo. Sebastián se arrodilla con él. Al torero le golpean duro las palabras del chico, le habla con dulzura. Está seguro que su relación está condenada al fracaso y cuanto más dependan el uno del otro será peor.
--cuando el amor nos obliga a renunciar a algo que para nosotros es importante se convierte en algo destructivo y lo mejor es dejarlo ir.
David va haciendo que no con la cabeza. No deja de llorar.
--Yo he descubierto que lo más importante eres tú. Si no estás tú no me importa mi vida.
David tiene abrazado con fuerza al torero para que no se vaya. Sebastián le pone las manos en las mejillas y muy dulce le dice:
--tú y yo somos demasiado diferentes, podemos estar juntos para divertirnos solamente pero no para tener nada serio y ya no se puede, no podemos seguir.
Al torero le duelen mucho decir esas palabras y más viendo a David hundido.
--tú me amas y yo me estoy enamorando de ti –sigue Sebastián—Ahora no me entiendes pero con el tiempo te darás cuenta que es lo mejor.
Los dos están llorando, la separación les está costando mucho a ambos. Es una decisión dura pero Sebastián está seguro que su relación con David está condenada al fracaso porque para funcionar uno de los dos debería renunciar a su forma de pensar. David se muestra desesperado y no soltando al torero:
--¡¡si me dejas me mato¡
Lo dice por angustia, por el dolor. No suena a amenaza. David besa a Sebastián con amor, Sebastián le corresponde. Es un beso lleno de lágrimas. David se aferra a ese beso, tiene la ilusión que Sebastian no lo deje. Está seguro que de la manera en la que el torero lo ha besado no lo va a dejar. Mientras David saborea ese beso, Sebastián se levanta, agarra su maleta y va hacia la puerta. David reacciona demasiado tarde.
--¡¡NOOO¡¡NOOOO¡
Se lanza sobre él pero el torero cierra la puerta y David cae al suelo.
--¡no me dejes, voy a cambiar por ti¡
Pero es por eso que Sebastián lo deja, no quiere que cambie por él, quiere que sea él mismo pero a la vez sabe que por el carácter, por las ideas del chico no pueden estar juntos. No quiere estar con él si para eso David debe anular su personalidad. El chico, pese a estar desnudo, sale tras el torero con desesperación. Sebastián está ya en el ascensor. David corre por las escaleras. Llega a tiempo a verlo salir del ascensor pero no se puede acercar a él. Su desnudez causa revuelo. Sebastián entrega su tarjeta para dejar la habitación pagada. David trata de acercarse a su amado pero los de seguridad lo retienen. David grita:
--¡SEBASTIAN¡¡¡¡
Es un desgarrador llanto que le sale desde muy adentro. Sebastián lo mira, le duele verlo humillado, no le gusta que el chico se humille por él.
Lo mira triste.
--No te hagas esto –le dice.
Tiene tentaciones de ir hacia él pero no pueden seguir ya como hasta ahora, si siguen juntos uno de los dos tendrá que cambiar y Sebastián no quiere que lo haga David y él no piensa hacerlo tampoco. Se va sin mirar atrás. No tiene caso alargar algo que no tiene futuro. David grita, llora. Sebastián oye los gritos de David, retenido por los de seguridad, y eso le duele mucho. Le cuesta tomar la decisión de subir al taxi pero lo hace. Llora mientras se aleja. David está en el suelo, llorando. Los de seguridad lo ayudan a levantarse, cubren con una sábana su cuerpo desnudo. A David poco le importa los murmullos, las risas de la gente, sólo le importa que ha perdido al amor de su vida y eso lo ha matado por dentro.










Por otro lado, Emilia , en el jardín de su casa, recibe a Rubén que llega con tres rosas.
--una por cada día de estos tres de noviazgo oficial.
Ella está totalmente cautivada. Se besan ardientemente. La chica está segura que ahora sí será feliz. Tiene un mareo, no pierde el conocimiento aunque casi cae. Ruben la sostiene con sus fuertes brazos.
--¿estás bien?¿qué te ocurre?
Emilia no le quiere dar importancia al asunto pero en sus ojos se desprende su preocupación. Él es muy cariñoso con ella:
--¿seguro que estás bien?
Ella fuerza una sonrisa.
--es que no he comido nada.
--Eso no debes hacerlo, debes alimentarte bien.
Ella se muestra nerviosa:
--estoy bien, contigo todo está bien,
Rubén sonríe contento. Se besan ardientemente. Emilio Junior los está observando a la distancia. Está detrás de él. Su trasero lo enloquece con esos jeans tan estrechos:
--¡qué culo tiene el condenao, es una pieza única¡ --murmura.
Reconocería ese trasero entre un millón, pertenece al último chico al que le ha visto la verga. Hubiera pagado para acostarse con él y ahora es su hermana quien se lo tira.
--¡que suerte tiene la golfa¡ --dice flojito.
Emilio siente celos y rabia de su hermana. Le gustaría estar en su lugar. Rubén le fascina y pagaría lo que fuera por una loca noche de sexo con él. Rubén y Emilia se siguen besando. Ella se aparta de él.
--ahora vengo.
Rubén la nota preocupada:
--¿todo bien?
Ella fuerza una sonrisa.
--sí, voy a poner las flores en agua.
Él la mira sonriente. Cuando él ya no la ve, ella se muestra preocupada. Emilio se excita al ver ese culo solo. Se acerca. Lo tiene a tocar de su mano. Rubén se entretiene fumando. Se siente observado. Se gira y se encuentra con Emilio casi encima de él. Lo mira sorprendido. Emilio está sofocado, el chico le gusta mucho. Le mira los genitales, aunque la tiene pequeña le gustó mucho conocerla. Rubén mira con curiosidad a ese hombre que lo está devorando con la mirada. Emilio extiende la mano nervioso:
--soy Emilio, el hermano de Emilia.
Rubén le agarra la mano. Se muestra amable. Le toca el codo.
--soy Rubén, el novio.
Emilio está encantado de estar tocándolo, no le quiere soltar la mano. Rubén la tiene que sacar casi a la fuerza pero se muestra amable con él, no piensa que el hombre lo único que quiere es acostarse con él.
Emilia, por su lado, entra en la cocina. Mira un calendario y cuenta los días. Su rostro se pone pálido.
--¡no, no puede ser¡
Está asustada. Por la ventana ve a Rubén con su hermano. Emilia es feliz con Rubén.
--¡y menos ahora¡ --dice angustiada,

David, mientras, está solo en la habitación de Sebastián. Sale desnudo al balcón que da a la calle. Sin Sebastián no quiere vivir. Se comporta como un zombie. Se sube a la barandilla y se prepara para lanzarse.

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