Sebastián no contesta a David que está muy sorprendido al descubrir que el torero es gay. David se lo toma como un quien calla otorga.
--Nunca conocí un torero gay.
Sebastián siente que puede confiar en David.
--si alguien se entera me hundo.
David lo ve vulnerable. Es capaz de poner su vida en riesgo, de matar un animal enorme pero tiene miedo de reconocer su sexualidad.
--por mi no te preocupes pero ¿no te arriesgas mucho viniendo aquí?
--tampoco soy muy conocido y vengo poco pero es que hoy me apetecía. Hacía mucho que no venía a una disco.
David está contento por la coincidencia.
--¡yo también hacía mucho que no venía¡
Sebastián le sonríe, tiene una sonrisa muy bonita y aunque a David le gustaría decírselo no se anima pero le suelta:
--así que además de asesino eres un hipócrita.
Lo dice porque lo piensa y no en mal tono, no está enfadado y menos le está reclamando. A Sebastián le decepciona. David le gusta y se enfada consigo mismo.
--¡después de cómo se portó contigo –dice para sí mismo-- ¿¿porqué pensaste que ahora iba a ser distinto?
No se lo dice a David, se limita a fulminarlo con la mirada e irse. David se enfurece consigo mismo, se maldice por haber hecho enojar al guapísimo torero por el que lleva días suspirando y masturbándose. Le agarra del brazo y le suplica:
--No te vayas.
Sebastián se gira y lo mira serio:
--¿para qué quieres que me quede, para seguir insultándome?
--Por favor, te invito a lo que quieras. Me apetece mucho conocerte. ¡quiero conocerte¡
David se muestra ansioso y eso conmueve a Sebastián pero no dice nada lo que desespera aún más a David.
--¡por favor, perdóname, soy una bestia¡ ¡¡si quieres me arrodillo pero no te vayas, no me hagas esto¡
Si David está dispuesto a humillarse por ese hombre es porque le gusta mucho. Eso es algo que sorprende a Sebastián pero a él David también le gusta mucho. Y le agrada que la atracción sea mutua.
--Tus disculpas me las tomará también por lo que me hiciste la otra vez.
--¡oye aquello no tiene nada que ver¡ --protesta David.
Sebastián sonríe:
--si tienes tan mal concepto de mí ¿Por qué me quieres conocer?
Sebastián es muy tierno y eso gusta a David.
--No sé, miré en la web, vi fotos tuyas que me gustaron y ahora que estás frente a mí no me quiero quedar con las ganas de conocerte.
Sebastián sonríe coqueto:
--vamos.
David se sofoca:
--¿dónde?
--Me has hecho una invitación ¿no? –Sebastián cariñoso.
David hace que sí con la cabeza. Sebastián camina y David lo sigue. El torero lleva jeans estrechos. David lo mira con deseo.
--¡que culazo¡ --murmura
En la calle caminan el uno al lado del otro.
--esto es otra cosa ¿no? Ahora sí podemos hablar –Sebastián.
El torero habla dulcemente y David lo mira fascinado.
--supe que te pilló un toro –dice David.
--seguro que tú eres de los que se alegran con las cornadas.
--No es verdad¡ estuve muy preocupado.
Sebastián lo mira cariñoso.
--¿te preocupaste por mi?
David hace que si con la cabeza. Ese hombre ha sido su objeto de deseo tantas veces al masturbarse que no puede creer que esté delante de él. Reconoce su preocupación pero lo otro es su secreto.
--sí, me supo mal. Temí que fuera culpa mía.
--No, esto son cosas que pasan. No es ni la primera ni la última.
--Me alegro que estés bien, sé que has vuelto a tu trabajo.
David tiene que hacer un esfuerzo para hablar del trabajo de Sebastián y el torero se da cuenta.
--se te agradece la preocupación.
--te dejé un mensaje en tu web pero no como David que es como me llamo sino con un nombre falso.
Sebastián sonríe:
--Así que te llamas David aunque vas por ahí dejando mensajes con nombres falsos…
David sonríe timido. Están muy agusto el uno con el otro.
--¿y cómo es que se te dio por dejarme un mensaje? No sé, se te agradece el interés pero como no te gustan los toros.
David se sonroja, tampoco quiere quedar como un pervertido contándole lo que le atrajo de él.
--yo te valoro como persona, quiero conocer como eres sin pensar en lo que haces.
--si un día me vienes a ver torear…
David no le deja acabar la frase:
--¡ni de coña¡
Sebastián se muestra dulce con él. A cada minuto que pasan juntos se gustan más.
--a mí me gustaría que un día fueras a verme a la plaza, verme torear. Así te darás cuenta de lo que hago.
--¡ni loco¡
Así que deciden dejar a un lado la profesión de Sebastián. Se detienen frente a un McDonalds.
--¿aquí quieres entrar? –le pregunta David con cara de asco.
--No me digas que no comes carne.
--¡Es repugnante matar a un animal ya sea para comer o diversión¡
Sebastián mira a David con cariño:
--debí imaginármelo.
--¡no me mires como si fuera un bicho raro¡ --se queja David.
--yo no he dicho eso –Sebastián cariñoso.
--¡pero lo piensas¡
Sebastián usa un tono de voz afectuoso pero David se muestra a la defensiva. Sebastián besa a David porque tenía ganas de hacerlo y porqué está convencido que es la mejor manera de callarlo. Es un beso ardiente que los hace temblar a los dos. David queda casi en shock. Le cuesta hablar.
--¿me piensas callar siempre con un beso? –David irónico.
La sonrisa del torero tiene derretido a David.
--¿te molesta? –dulce.
--No –pícaro.
Los dos unen de nuevo sus labios, se besan y se abrazan con fuerza. Sebastián y David están encantados de haberse conocido. Para David es un sueño. Tanto que se ha masturbado pensando en Sebastián…
--No puedo creer lo que está pasando.
--sí, no comenzamos muy bien --Sebastián afectuoso.
Ahora es David el que no quiere seguir hablando, no quiere que toquen ese tema. Se le tira encima al torero y lo besa con pasión. Se miran seductores.
--¿vamos a mi hotel?
--¿y mi invitación?
--así te obligo a quedar otro día para que me invites.
Se miran sensualmente. David no le dice nada a Sebastián. El torero se adelanta hacia su auto y David lo sigue cachondo y babeando por su culo. No puede creer que esté pasando eso. Juntos en el auto se desean. Jadean al mirarse. Ninguno de los dos es capaz de decir nada porque están calientes. A ambos se le van los ojos hacia los genitales del otro. Sebastián es más discreto porque es el que maneja. Mira a la carretera con una sonrisa. David sí no tiene problemas en ser descarado. Muchas veces se tiene que tocar él la verga porque le molesta dentro del pantalón por lo mucho que le está creciendo. Sebastián no dice nada pero se da cuenta y sonríe pícaro. Tiene muy presente la imagen de ese joven pintado de sangre pero desnudo. Lo odió tanto pero le gusta mucho que la vida lo haya puesto en su camino. Sebastián es guapo y simpático. David está encantado. Está totalmente hechizado por el torero. Además lo mira. Le mira el bulto genital. Ya lo conoce, ya lo ha visto tantas veces en fotos. Sabe lo que hay bajo esos jeans y le pone aún más caliente.
Llegan al hotel. No toman el ascensor porque está muy cachondos y tarda mucho. Suben las escaleras de cuatro en cuatro. Les parece larguísima pese a que la habitación está en el primer piso. Nada más entrar en la habitación se tiran el uno encima del otro. Se besan, se desnudan. Sebastián cierra la puerta con el pie. David está ya arrodillado ante él comiéndole la verga. Sebastián le acaricia los cabellos satisfecho. David está encantado de saborear ese miembro después de lo mucho que lo ha imaginado.
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