miércoles, 26 de enero de 2011

Capitulo 32


Emilia despierta a Lucas en la madrugada. Él, con el torso desnudo, desde su cama la mira aturdido. La trata con frialdad. Le gusta que, pese a tratarla mal, ella se le arrastre.
--¿qué haces? ¡¡vete¡ Estoy cansado.
Ella se muestra sumisa.
--no me eches de tu habitación.
Él brusco dice:
--¿qué quieres hablar o revolcarte conmigo?
El chico es muy despreciativo y ella se pone a la defensiva:
--¿te importa?
Él, frío, destapa su cuerpo mostrando su desnudez total. La mira con dureza pero es una seducción apasionada la que ella siente por él.
--¡si quieres hablar vete si lo que quieres es chingar ya te estás tardando en abrirte de piernas¡ --dice brusco.
Ella se desnuda ante él que sonríe excitado. Emilia se mete en la cama y lo besa ardientemente. Lleva todo el día controlando el fuego que la quema y ya no podía más. Lucas se queda estirado en la cama con una sonrisa pícara. Los brazos bajo la cabeza haciéndole de almohada mientras la apasionada chica le devora el torso, el vientre, los genitales. Él no se mueve, se deja hacer todo lo que la chica quiere y disfruta. Lucas sólo se mueve para ponerse el condón. Luego ella se clava en él y cabalga. Los dos disfrutan mucho. Se quedan bien relajados y sonrientes. Ella quiere quedarse en esa cama bien abrazada a ese chico tan guapo pero Lucas es muy brusco:
--¡Ya te he dado lo que querías, ahora vete y será mejor que no te vuelvas a meter en mi cama, tengo novia y la quiero o ¿es que te gusta comportarte como una puta?¡
Él es muy hiriente y a ella le duele el comentario:
--¡imbécil¡
Emilia se pone sólo la bata y se va herida. A él le gusta humillarla ver hasta dónde es capaz de rebajarse por él, de suplicarle por un polvo. Lucas se queda con una cara de degenerado que no puede con ella.

Emilia se tumba en su cama y llora.
--¡ha sido la última vez, no me volverá a humillar¡



A la mañana siguiente, Emilio padre está desayunando solo. Baja Marc. Al dueño de la casa casi le sale el corazón por la garganta. Le gusta ver a Marc fuera de la habitación. Se levanta, se acerca a él.
--¡Qué gusto tenerte aquí¡
Marc se muestra tímido. No quiere comportarse como un invitado sino como un empleado pero Emilio no se lo permite. Lo trata como parte de su familia.
--siéntate a mi lado.
Ordena que le sirvan el desayuno a Marc. Emilio se desvive por el hombre, quiere que él esté a gusto pero Marc se siente incómodo.
--Estoy aquí como empleado. He venido a trabajar –deja claro—No pienso permitir que me regales nada.
No es consciente de todos los privilegios que tiene su sobrino en esa casa. Para su sobrino no se atrevería a decir no pero para sí mismo sí.
--Hoy quiero trabajar, quiero empezar a pagarte todo lo que te debo.
Emilio no tiene intención de cobrarle nada pero no lo dice porque sabe que el hombre no lo aceptaría.
--No hay prisa. Te puedes tomar todos los días que necesites.
Marc se muestra muy triste y eso le da pena a Emilio. La tristeza de Marc le recuerda constantemente que su amado está ahí a la fuerza. Se sientan en la mesa Emilio jr y Lucas. Se muestran muy amistosos. Lucas saluda con un beso a su tío y a su protector. Emilio jr sólo a su padre. Los recién llegados se sientan juntos justo en frente de Emilio y Marc. Aunque ya se han acostumbrado a sus ausencias, Emilia baja a desayunar y se sienta la lado de Lucas que está en medio de los dos hermanos que se mueren por él. Emilio jr siente celos. Lucas ignora a Emilia, no la mira ni un solo momento. Se dedica a hablar con los otros comensales. Con ella es con la única que no habla. Emilia trata de provocarlo, le pone la mano en el muslo. Muy cerca de sus genitales que ya conoce, que ya ha saboreado. Lucas sigue sin hacerle caso, para molestar a Emilia, habla de Inma, de lo enamorado que está de su novia, de lo maravillosa que es, que no hay otra mujer como ella. Emilia retira su mano del cuerpo de Lucas. Está ardida. Lucas dibuja una sonrisa coqueta. Le excita los celos de Emilia. Lucas reinicia sus actividades. Vuelve a la universidad. Se despide de su tío, de su protector. Emilio hijo lo acompaña. Lucas no dice nada a Emilia. Además su padre sólo tiene ojos para Marc. Emilia acaba retirándose molesta. Emilio jr acompaña a su amigo hasta el jardín. Aprovechará la ausencia del chico para ir a la biblioteca por si encuentra material interesante. Lucas se despide de Emilio jr con un abrazo y con un beso muy fraternal en la mejilla. Emilio se ruboriza. Se acaricia la mejilla. Saborea ese beso como si hubiera sido en los labios. Lucas se comporta ya como un miembro más de la familia. Ropa cara, móvil nuevo, tarjeta de crédito propia, las llaves del auto de Emilio jr y ahora también las de la moto de Emilio padre. Sin olvidar a una joven apasionada que se le regala en las noches. No puede pedir más. Se sube en la moto y sonríe contento. Emilio se lo queda mirando acariciándose la mejilla. Sonríe enamorado. Finalmente decide no salir de la casa. Ningún guapo lo llena como él. No necesita otro hombre.






Mientras, en Sevilla, David salta desnudo de la cama que comparte con Sebastián. Se acerca al baño. Sebastián se está duchando. Los cristales son transparentes y David puede ver sin problemas la belleza al desnudo de su amado. David hace pis. Sebastián está de espaldas a él. A David le gusta ver como el jabón desliza por la espalda del torero metiéndose por la raja de su culo. Sebastián se gira y sonríe a su novio. David, que hace pis, con una mano se aguanta la verga y con la otra saluda a su amado. Sebastián alza la cabeza y el chorro de agua cae en toda la cara. El jabón desliza por su torso, por sus genitales, por sus muslos. David se la sacude. Se queda frente a su amado. Los separa los cristales pero David puede disfrutar de la desnudez de su amado. También de sus cicatrices. Son múltiples las marcas de su cuerpo indicativas de todas las cornadas que ha sufrido, recuerdos imborrables de esa profesión que tanto detesta David y que aunque quiere no puede olvidar. Se queda mirando esas cicatrices, algunas bastantes profundas, ensimismado. Sebastián apaga la ducha y se acerca a él mientras seca su cuerpo desnudo. Lo besa cariñoso:
--¿qué te pasa?
--nada –dice David distraído.
Los dos están desnudos, el uno frente al otro. Sebastián le pasa por la espalda a David la toalla con la que se ha sacado. Sebastián, agarrando la toalla con las dos manos, acerca el cuerpo del chico al suyo. Se muestra amoroso.
--dime.
David le acaricia dulcemente. Le habla con amor y con angustia.
--me da miedo perderte.
Sebastián suelta la toalla para acariciarlo afectuosamente.
--Te amo. No me vas a perder ¿es que no te lo he demostrado aún?
David le acaricia una cicatriz del vientre:
--me da terror que un toro te aparte de mi lado.
Sebastián lo besa. Pone su mano sobre la mano de David que lo está tocando.
--te amo tanto como a mi profesión. El toro da su vida por mi como yo la daría por él si fuera preciso. Todos nos tenemos que morir algún día. No debes pensar en eso.
Los dos se muestran muy amorosos el uno con el otro.
--No lo digo porque vaya a pedirte que lo dejes, sabes que nunca haría algo así. Sólo que cada vez que entras en la plaza, tengo miedo que no vuelvas a salir.
Frente a frente, desnudos, abrazados se besan y se acarician con mucho cariño. Se aman mutuamente, se aman mucho.
--pues te tendrás que acostumbrar como les pasa a las esposas de los toreros.
--Lo sé y yo te animo a que luches por lo que te hace feliz aunque no sea algo que podamos compartir. Sabes que yo jamás te pediría que hicieras algo que no quieres. Sólo espero no sufrir nunca tu perdida. Ser yo quien muera antes que tú.
Los dos están muy emocionados. Sebastián no quiere pensar en la muerta que le puede ocurrir a cualquiera de los dos. Prefiere besarlo a David, amarlo.
--Gracias por amarme como lo que soy aunque odies lo que hago.
--te amo, soy feliz a tu lado y no me importa nada más, sólo estar a tu lado.
Besándose y devorándose con sus labios y sus manos, David y Sebastián se van acercando a la cama. Aún les queda un rato para disfrutarse. Se besan, se acarician. David se sube sobre Sebastián, le muerde los pezones. Hunde su lengua entre el vello de su pecho. Le besa los brazos, las axilas. Va bajando por todo su cuerpo hasta que se pierde en sus genitales. Se queda un buen rato gozando de esa parte.

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