lunes, 17 de enero de 2011

Capitulo 6



David se limpia el semen de su mano. De nuevo cuelga el poster de Sebastián en su armario, en la puerta de dentro. Aunque piensa en otro, tampoco considera que le haga daño a nadie y mientras no descuide su relación con Fer no tiene nada de malo que piense en el guapísimo torero.


*(con la colaboración especial del guapísimo Benjamín Rojas)

A la mañana siguiente, Emilio padre se despierta más nostálgico que nunca. Se levanta temprano y va a dar una vuelta por esos lugares en los que estuvo con Marc. Siempre espera encontrárselo en cualquier lugar como antes, como si el tiempo no hubiera pasado. Se lo imagina con 20 años. Muchas veces no es del todo consciente que han pasado 30 años y que se lo viera a lo mejor no lo iba a reconocer. Se detiene en una cafetería. Aunque han cambiado el nombre y los dueños varias veces es la misma en la que iban a desayunar ellos. Desayuna. Sus ojos se pierden en el mar de otro chico. Es un joven de unos 20 años que incluso de lejos había pensando que podía ser su amado. Su corazón late con fuerza. El trasero es grandecito, Marc lo tenía pequeñito. Rubio, ojos azulísismos. Le recuerda mucho a Marc. Lleva unos jeans y una camiseta negra estrecha, se le ven unos pocos pelitos del pecho. El chico va al lavabo y Emilio va tras él.
--quién me viera ¡¡con el asco que me dan esos maricas que siguen a los chicos al lavabo para verles la verga¡ --dice para sí.
No es que piense en el pene de ese chico, es que necesita tenerlo cerca. En cierta manera es como si se quisiera asegurar que no es Marc. Emilio teme asustar al chico pero es demasiado guapo y no lo quiere escapar. El guapo hace pis tranquilamente. Está muy separado. Hay sólo dos urinarios. Emilio no quiere ser muy descarado pero no puede evitar que los ojos se le vayan al tremendo colgajo que el chico tiene entre sus piernas. Casi 15 centímetros de sabrosura.
--¡en erección debe ser monstruoso¡ --piensa Emilio.
El hombre está sorprendido de que entre las piernas de ese joven tan tierno se esconda algo tan grande y él, con sus cinco centímetros, se siente inseguro. Instintivamente, Emilio se la empieza a tocar para que le crezca. Luego ya se aparta para que el guapo chico (que mira de reojo sorprendido por los movimientos de las manos del hombre que tiene al lado) pueda ver. Cuando los dos están seguros que se desean por igual se besan ardientemente aún cada uno con su verga entre la mano. Se encierran en el wáter. Primero el chico y luego Emilio se llenan la boca con la verga del otro. En erección Emilio la tiene bastante más grande ya que al chico se le endurece pero no le crece y eso hace sentir bien al hombre, más seguro. Se saca un preservativo, se miran con cara de depravados. El chico se lo quita de la mano y se lo pone él. Luego de lamerle todo el culo, lo penetre. El chico se abrocha los pantalones deprisa, quiere seguir con su camino sin intención de volver a ver al hombre. Emilio se sube los calzoncillos y los pantalones.
--Nos podemos llamar.
Pero el chico está muy nervioso.
--No, tengo novia… --dice subiéndose la cremallera-- Por favor… si me ves ni me mires.
El chico se ve preocupado y Emilio no quiere angustiarlo.
--no te preocupes… olvidalo.
El chico se va sofocado. Por un momento Emilio ha soñado que volvía a estar con Marc pero ha sido sólo eso, ahora de nuevo lo embarga un gran vacío. Es mejor que lo deje ir, ya se ha dado el gusto y para desahogarse ya tiene a Rachid.







Esa tarde, Emilia y Esteban gozan de su tercer encuentro juntos. Él se la hace pasar mejor que nunca y le ha hecho el amor con cierta agresividad. A ella le gusta, él necesitaba desahogarse. Una vez satisfecho y más tranquilo, ella consigue que le explique lo que le pasa.
--Es mi hermano. Ha estado un año que si estudiando en los Estados Unidos y ahora dice que vuelve.
Se llama Jon y es más grande que él. Esteban no le cuenta detalles pero ella se da cuenta que le tiene envidia y no quiere que vuelva.
--mis padres están organizando la fiesta de bienvenida como si fuera una boda ¿vendrás conmigo verdad?
Esteban se siente inferior a su hermano y aparecer en la fiesta del brazo de una chica bonita lo hace sentir orgulloso. Emilia se da cuenta que es importante para él que vaya así que no lo duda. Lo besa y le dice:
--Me encantará, ya sabes lo mucho que me gusta estar contigo y será genial pasar la tarde contigo aunque sea rodeado de tu familia.
El chico aún se muestra inseguro:
--es el favorito de mis padres, todos lo prefieren a él.
Emilia lo abraza.
--¡pero yo no lo conozco pero ya me cae mal este¡
Esteban está feliz de tener a la chica de su lado.






Llega el viernes, a la salida de clase, David y Fer hacen planes para el fin de semana.
--Mis padres se van todo el fin de semana ¿porqué no te vienes?
--siempre vengo.
Fer se muestra más entusiasmado.
--pero me refiero los dos días ¿te imagina estar los dos juntos siempre? Ir por la casa los dos en bolas y chingar a cada rato.
Fer se lo imagina y le encanta. No así a David. Cada vez se siente más alejado de Fer y le cuesta fingir que todo va bien y no quiere que Fer lo sepa para evitar que su relación peligre.
--si está bien –dice sin ganas.
Fer lo besa. Están tan feliz que no se da cuenta que David está tenso. No le apetece estar con él los dos días completos. Además, se ha acostumbrado a mirar las fotos de Sebastián constantemente y a masturbarse pensando en él. Lo echará de menos. Mitad en serio, mitad en broma, David le propone ir esa noche a una discoteca gay ambienta que le gusta mucho a David pero Fer odia. La idea es que Fer le diga que no y se produzca una discusión que eche por tierra los planes de Fer.
--si –dice Fer aunque no le apetece nada.
--genial –dice David rabiando por dentro.

En la noche, Fer llama a David. Tiene fiebre y sus padres no se van así que ni disco ni fin de semana.
--lo siento, me hacía ilusión –Fer abatido.
--si, a mi también –miente David.
Y como ya estaba arreglado para salir decide irse aunque le ha asegurado a su novio que se iría a dormir. Fer odia los sitios con ruido y gente, hace mucho que no va a una discoteca y David tiene ganas de bailar y divertirse. ¡¡Esa noche vuelve a ser soltero¡

Por otro lado, Emilio padre está dándose una ducha antes de acostarse. Mientras cubre su fornido cuerpo de jabón no deja de pensar en Marc. En cómo se enamoró, en cómo se ahogó en esos ojos azules la primera vez que lo vio, lo felices que fueron, lo que se quisieron, lo que Marc lloró cuando Emilio decidió irse con la millonaria. Emilio tiene clavada en su alma esa bella mirada azul de Marc llorando por la ruptura. Marc no aceptaba ser su amante cómo le proponía Emilio.
--¿¿porqué te dejé ir?¿porqué me dejé dominar por la ambición y me casé con esa vieja asquerosa?¡¡
Pone la cabeza bajo el chorro para relajarse. Sale de la ducha (tiene baño en su dormitorio) desnudo y secándose la cabeza con la toalla. Ha dejado la foto de Marc sobre la cama.
--¿dónde estás amor? –se pregunta-- ¿cómo es posible que no haya dado contigo? Es como si se te hubiera tragado la tierra.
Mira esa foto. Le desespera la idea de no volver a verlo.

Al cabo de un rato, David está en la discoteca.
--¡UNA CERVEZA¡
Justo en la barra se encuentra con Sebastián. David no puede creer que tenga a su lado a ese torero por el que ha estado suspirando, por el que se ha estado masturbando. Instintivamente le mira el paquete. Tiene la imagen de sus genitales al natural muy presente y se pone cachondo. Sebastián está tomando una cerveza. Se miran con sorpresa. Ambos están contentos de verse, el saber que el otro es también gay no hace más que excitar al uno.
--¿¿¡Eres gay?¡ --pregunta David directamente sorprendido y excitado.
A David le gusta mucho ese hombre, le parece increíble que sea gay y no quiere quedarse con la duda. Lo mira fascinado. Bebe su cerveza sin respirar. No esperaba que David fuera tan directo.
--¿y tú?
David mira a Sebastián seductor. Le acaricia la mano sin disimulo:
--por supuesto –contesta David con sinceridad.
Los dos están excitados. Se gustan mucho aunque están tensos. Hablan alto por la música, igual siente como si estuvieran solos.
--No comenzamos con buen pie tú y yo –dice Sebastián que espera una disculpa.
David no piensa pedir perdón. Le dolió ver como ese torero lo miraba con rencor pero ahora ya todo está olvidado.
--Nunca pensé que fueras gay –David.
David está excitado, sorprendido de que el torero que lo ha hechizado esté delante de él y sea gay.

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