miércoles, 26 de enero de 2011

Capitulo 39




David se ha quedado clavado en el día que escuchó la terrible noticia de la muerte de su amado. Se tumbó en su cama y desde entonces no se ha querido levantar. Apenas mueve unos pasos en su habitación, mira las fotos del torero. Piensa en él constantemente. En el día en el que se conocieron, en la primera vez que hicieron el amor. Llora destrozado. Empieza a tirar por los aires todo lo que encuentra. Mira la cámara que le ha puesto su hermano casi en el techo. No llega ni con la silla. Sabe que su hermano no tardará en llegar. Mira por la ventana, ahora tiene rejas. Otra de las precauciones que ha tomado su hermano. Emilio entra en la habitación y lo abraza. Llora con él. Aunque nunca han estado unidos porque Emilio siempre ha envidiado la belleza de su hermano, no soporta verlo hundirse día a día. El dolor en vez de disminuir aumenta día a día. Está fatal.
--si durmieras seguro que te encontrarías mejor. Trata de dormir –Emilio muy fraternal.
David habla llorando. Está agotado de tanto sufrir.
--lo intenté pero tampoco puedo.
Emilio opta por darle una pastilla para dormir.
--No te acostumbres.
David va a agarrar la caja:
--¿porqué no me la dejas?
Emilio mira a su hermano regañón:
--No. Si quieres tomar más me las pides –le advierte—Te conozco, no pienso arriesgarme a que tomes más de la cuenta.
David se queda estirado en la cama. No le importa nada. Emilio besa casi paternalmente a su hermano en la frente y lo deja solo. Emilio está triste por el estado en el que se encuentra su hermano pero le gusta sentir el cariño de Lucas. El chico lo abraza y lo besa en la mejilla y a Emilio se le olvida el resto.
--vete a descansar, yo me ocupo de tu hermano.
Emilio lo mira con deseo. Le duele estar feliz por disfrutar de Lucas en momentos tan duros pero no puede evitarlo. Lucas es muy especial para él.

David logra dormir, sueña con Sebastián. Sebastián lo está buscando y con desesperación le grita:
--¡David¡ ¿Dónde estás? ¡te necesito¡
David se despierta gritando. Lucas entra en la habitación y lo abraza para consolarlo. David no tiene consuelo, está destruido.

Mientras sin recordar, sin ni sospechar que alguien sufre por él, Sebastián se recupera de su grave cogida en una clínica privada en México. Vive ajeno al mundo. Está en el jardín acompañado de sus bastones. Una enfermera lo vigila.
--Mire, ahora llega su esposa –le dice.
Sebastián mira hacia Marisol con una dulce sonrisa. Ella es su único referente. Marisol lo besa con pasión. Él se siente desvalido y ella es su protectora. La enfermera los deja solos. Marisol le ha inventado una nueva vida al torero, lo ha llenado de recuerdos falsos en los que son un matrimonio feliz y enamorado que sólo viven el uno para el otro. Sebastián está demasiado perdido como para desconfiar de ella. El torero siempre tiene preguntas para hacerle y ella alguna mentira lista para contarle.
--¿porqué no me dejas que tenga un ordenador? Me gustaría buscar en internet información sobre mi. Siendo torero pues seguro que habrá algo sobre mi.
Ella le acaricia la mano. Se muestra amorosa.
--pero es que eras un don nadie. No habrá nada. No eras conocido, no hay información sobre ti, no tendría porque haberlo.
--¿y porque tengo el cuerpo lleno de cicatrices?
--Por lo mismo, eres un desastre como torero, no tenías futuro. Menos mal que ahora con todo esto no creo que te queden ganas de volver a torear.
Sebastián no camina del todo bien, no controla su presente y mucho menos se va a preocupar del futuro. Ella pone sus manos en las mejillas del guapo torero y dice:
--nadie te recuerda, nadie te echa de menos. Sólo me tienes a mi.
Él la mira fijamente y le pregunta:
--¿quién es David?
A la mujer se le borra la sonrisa, está pálida. Se suponía que con las pastillas que le da se le iban a borrar todos los recuerdos. No entiende lo que pasa.


David, por su lado, ha llorado, ha descargado toda su rabia y se queda más tranquilo. Lucas lo deja solo. Entra en la habitación de Emilio. Tiene el móvil siempre preparado desde donde controla la cámara de la habitación de David. Lucas se tumba en la cama al lado de Emilio que está feliz de tener al guapísimo chico junto a él. Lucas le despierta su lujuria como ningún otro lo ha hecho. Lucas siente a Emilio como a un hermano y prefiere creer que Emilio siente lo mismo por él, por eso tiene mucha confianza con él, por eso no le molesta que lo vea desnudo, que lo toque bajo un falso cariño fraternal. Emilio le pone la mano en el muslo, muy cerca de esos genitales que tanto le gustaría saborear. Arde. Cada vez le cuesta más disimular su feroz deseo hacia ese chico, ese fuerte deseo que lo consume.
--gracias por estar a mi lado, no sé que haría sin ti.
Lucas le guiña el ojo. Le acaricia la mano con la que le está tocando el muslo.
--Ahora sois mi familia, es lo mínimo que puedo hacer.
A Emilio le derrite la sonrisa, la presencia de Lucas. El chico se levanta de la cama.
--estoy todo sudado, me voy a mi cuarto a darme una ducha.
Tratando de controlar sus hormonas, Emilio le dice:
--Si quieres te puedes duchar aquí, así no me dejas solo.
Lucas le sonríe. Confía en él. Sabe que Emilio disfruta viéndolo desnudo y tampoco le molesta. Es algo que no le cuesta nada y si a Emilio le hace feliz pues tampoco se opone. Emilio está apunto de explotar, le encanta tener a Lucas desnudo y en su cuarto, verlo caminar hacia la ducha, quisiera ver cómo se ducha pero tampoco se quiere pasar, quiere evitar presionar a Lucas, que éste se sienta acosado y se aleje de él. Lucas prefiere hacer que cree en el amor fraternal de Emilio, sí sabe perfectamente que a Emilio le gusta verle las bolas pero prefiere hacer el que no se entera y dejarlo gozar de la hermosa vista. Mientras no le moleste directamente, no quiera algo con él, si Emilio es feliz viéndolo en bolas pues mejor para Emilio. Además Lucas sabe que Emilio le ha dado mucho y no ha sido por buena gente, es su manera de devolvérsela, de asegurarse no perder los beneficios que tiene.

Nuevamente con Marisol y Sebastián, éste espera impaciente la respuesta de Marisol que se hace de rogar.
--¿quién es David? –insiste el torero.
Marisol abraza al torero fingiendo una euforia que no siente.
--¡ay que alegría, mi amor, ¡¡estás recordando¡
--¿si? –pregunta él un poco aturdido.
Ella sigue hablando fingiendo que está contenta..
--dentro de poco lo recordarás todo ¿y exactamente que es lo que recuerdas?
Ella finge que su pregunta está hecha desde el cariño, el interés, cuando por dentro se está muriendo por la rabia al pensar que el tratamiento para borrarle los recuerdos no está funcionando.
--Nada –aclara él—No recuerdo nada. Sólo ese nombre, se me viene una y otra vez a la mente. No sé quien es pero siento que es alguien a quien quise mucho ¿quién es? ¿porqué no está conmigo? ¿No me dijiste que estábamos los dos solos?¿quien es David?
Marisol está más tranquila al ver que Sebastián no recuerda nada aunque le piensa aumentar la dosis de las pastillas por si acaso. Se finge amorosa. Sonríe.
--Mi amor, si no te callas no te puedo contestar –pero no lo ha callado antes porque le ha venido bien hacer tiempo para pensar una nueva mentira—David es… --duda lo que decir-- ¡nuestro hijo¡
Esto confunde aún más al torero.
--¿tenemos un hijo?
Ahora Marisol finge tristeza.
--Murió, fue tan triste ¡¡yo no quería que te acordaras¡ Fue un golpe tan duro para los dos. Es por eso que te acuerdas de su nombre.
Marisol se gira como si se fuera a secar las lágrimas y no quisiera que él la vea llorar pero en realidad sonríe maléficamente. Sebastián se siente vacío por dentro. Le causa un gran dolor, una gran tristeza no recordar ni la muerte de su propio hijo. Marisol lo abraza, le seca las lágrimas. Lo va besando.
--lo que tenemos que hacer es tener un hijo, olvidar el pasado y comenzar a escribir un presente nuevo. ¿no te gustaría?
Ella lo es todo para él, no existe ninguna otra realidad pero, aunque nada seguro de lo que dice o está haciendo, Sebastián contesta:
--claro.
Marisol lo abraza con fuerza y como él no la ve sonríe victoriosa.

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