miércoles, 26 de enero de 2011

Capitulo 22




Una lápida en el cementerio se llena de rosas blancas y lágrimas. Es la tumba de David. Sebastián se abre paso entre las flores, la gente que llora. Está muy nervioso. No deja de repetirse:
--¡no puede ser¡ ¡no puede ser¡
Al estar frente a la tumba de su amado sufre un fuerte impacto. Se derrumba. Cae de rodillas…

Sebastián despierta en su cama en ese momento sofocado. El dolor que ha sentido era tan real que aún está conmocionado. Por suerte todo ha sido una pesadilla. Se levanta. Duerme en bóxers. Va a la cocina. Necesita un poco de agua. Se lleva las manos al pecho. No entiende porque pero siente algo que oprime su corazón pero sabe que no es algo físico. Es como si tuviera un presentimiento. Necesita saber de David. Mira hacia la ventana. Aún es de noche pero no puede esperar. Hace ya bastantes días que no sabe de David, está seguro que a David no le importará que le ponga un mensaje en el móvil sea cual sea la hora. Sin perder tiempo, Sebastián escribe su sms: “¿cómo estás? Yo he estado con mucho trabajo. No he podido llamarte.” Yo lo manda. Se queda esperando respuesta toda la noche. Despierto. Se hace el amanecer, la mañana.
--¿porqué no me contesta?
Su primera opción es olvidarlo:
--él seguro que ya me olvidó. Por eso no quiere saber de mí.
Y aunque le duele siente que es lo mejor pero dentro de él hay una angustia que no se le pasa. Siente como si David lo estuviera llamando con su alma. Necesita escuchar su voz. Aún es temprano pero David tiene que estar despierto para ir al instituto. Lo llama. Suena y suena y se pone nervioso.
--¡¡contesta¡ ¿porqué no me atiendes?
A cada llamado sin contestar aumenta la angustia de Sebastián. Algo dentro de él le está diciendo que David está en peligro, que lo está necesitando. En el otro lado del teléfono, las chicas del servicio no saben que hacer ante la llamada de ese tal Sebastián que no hace más que llamar una y otra vez a David. La más mayor decide atender. Sebastián siente un escalofrío que le envuelve todo el cuerpo al escuchar una voz que no es la de su amado.
--¿¡dónde está David??qué le ha pasado?
La voz de la empleada suena dudosa:
--perdone joven, es que no sé si deba decirle.
Sebastián se da cuenta que algo grave está pasando con David:
--¡claro que debe¡ ¡¡digame ahora mismo lo que pasó¡
Primero lo exige y luego lo suplica:
--por favor, David es muy especial para mí. Si le ha pasado algo estoy seguro que él va a querer que yo esté con él.
La empleada se compadece del dolor del hombre. Lo siente sincero:
--pero si la familia se enfada usted no diga que lo le dije –balbucea asustada.
--¡se lo juro pero por favor¡ ¡¡HABLE YA¡
La angustia lo está matando. Está seguro que David ha hecho alguna locura. Está tan nervioso que siente que el corazón se le va a salir por la garganta.
--Anoche se intentó suicidar, se tomó muchas pastillas para dormir con alcohol.
Sebastián cierra los ojos. Llora. Siente que se le va la vida. Sabe que ha sido culpa de él, por alejarlo de su lado y la culpa lo está matando. Casi no le sale la voz. Tartamudea.
--pero ¿está bien?
La mujer también está muy nerviosa:
--¡¡Eran mis pastillas…suerte que las eché de menos y como mi sobrina que también trabaja en la casa me dijo que habían visto al niño David salir de las habitaciones de servicio con algo en la mano pues le fui a preguntar y ¡¡creí que estaba muerto¡
Sebastián está desesperado:
--¿¡¡pero LO ESTÁ?¡
Los nervios de la mujer aún empeoran su angustia.
--¡Se lo llevaron hace horas pero la familia no nos ha dicho nada, no sabemos si está vivo o muerto¡
Estas últimas palabras se clavan en el alma al torero como si fuera un puñal. Se le cae el móvil.
--¿sigue ahí?
La empleada va a colgar al creer que Sebastián ya no está al teléfono. Sebastián recupera la comunicación. Se muestra ansioso:
--¿en qué hospital está?
Va llorando lágrimas de sangre recordando los momentos de amor que vivió con el chico, cuando le decía que sin él se moría, que daría la vida por él, cómo lo amó de una manera tan desesperada. Sebastián está viviendo una pesadilla. Su alma llora y sangra al pensar que David pueda estar muerto.









Los dos Emilios están juntos en el hospital. Han pasado la noche allá. El padre convence al hijo para que se vaya a descansar pero Emilio jr no quiere dejarlo solo.
--tu hermana debe estar al llegar.
--está bien.
El hijo le da un cariñoso abraza a su padre.
--llámame por cualquier cosa.
Se abrazan. Emilio junior sale de la habitación. En ese mismo instante está llegando Emilia de la mano de Rubén.
--gracias por estar conmigo.
Él le da un beso en la mejilla. Es muy cariñoso con ella. Emilia se impresiona al ver a una chica de su edad con un recién nacido.
--Desde luego, hay chicas irresponsables –va diciendo Rubén—hoy en día sólo es madre quien quiere. No sé en qué piensan esas jóvenes que tienen relaciones sexuales porque sí y que se quedan embarazadas de cualquiera. Son unas locas, no tienen perdón.
A Emilia le impacta el comentario de su novio. Se marea y él se preocupa.
--¡un doctor, un doctor¡ --dice mientras la ayuda a sentarse.
En seguida se les acerca gente dispuesta a avisar a las enfermeras. Emilia los echa a todos y de malos modos. Rubén la tiene agarrada de las manos:
--Esto no es normal, te tiene que ver un doctor.
--Es por lo de mi hermano –dice ella que se va recuperando.
--No, no es cierto. Llevas días con mareos. Vamos a que te vean, aprovecha que estamos en un hospital. Te tiene que atender un doctor.
Emilia sabe que en el momento que Rubén se entere de su estado será el final de su relación.
--Yo no voy a ningún sitio.
Pero Rubén no la escucha.
--Vamos sí o sí.
Rubén está dispuesto a agarrarla en brazos y llevarla a la fuerza. Emilia se da cuenta que ya no puede ocultar más su secreto. Llora. Rubén no entiende nada.
--estoy embarazada.
Rubén se queda sorprendido:
--¿estás segura?
Ella hace que sí con la cabeza. Rubén la agarra de las manos. Es muy cariñoso con ella.
--No te preocupes, vivirás conmigo. Mi estudio es pequeño y no tendrás las comodidades de tu casa pero seremos felices.
No era algo planeado pero le hace ilusión ser papá. A ella se le pasa por la cabeza la idea de mentirle pero Rubén se ha portado muy bien con ella y no se lo merece.
--No es tuyo, estoy ya de 3 meses.
Rubén se lleva las manos a la cabeza. Está furioso.
--¡Eres una golfa de lo peor¡
Emilia llora. Él está decepcionado.
--¿porqué permitiste que me ilusionara contigo sin decirme que otro te había preñado? ¿porqué te has burlado de mí?
Emilia no es capaz de decir nada, sólo llora. Rubén está rabioso:
--¡no hace falta decirte que no te quiero ver más¡
Rubén se va deprisa. Emilia se queda llorando. Emilio jr, que ha seguido la pelea de lejos, está intrigado y excitado por los movimientos del culo de él. Rubén está dando patadas a los árboles. Emilio, ardiendo de deseo, se va acercando a él.
--¿qué ha pasado?
--¿¡tú sabías que tu hermana estaba preñada de antes de conocerme?¡
El embarazo de Emilia le sorprende pero también le da la oportunidad de acercarse al chico. Emilio lo abraza y Rubén se refugia en él. Se deja tocar y Emilio está muy cachondo y sus manos muy cerca de ese culazo que lo enamoró desde la primera vez que lo vio.
--ven conmigo, no puedes irte así. Te llevo donde quieras.
Rubén se deja manejar. Se desploma en el coche de Emilio. A su lado, el hombre está ardiendo por el bulto genital de Rubén. Emilio se muestra solidario, fraternal aunque lo único que quiere es acostarse con él. Le pone la mano en el muslo. Muy cerca de ese paquete que tan dura se la pone.
--¿dónde te llevo?
Rubén está furioso:
--¡déjame en cualquier bar en el que me pueda emborrachar, luego te puedes ir¡
--No te pienso dejar así, vamos a tomar algo. Yo invito y cuando quieras te llevo a tu casa.
Rubén no le dice que sí ni que no pero Emilio no piensa alejarse ni un momento del guapísimo Rubén. Acostarse con el guapísimo chico es un sueño imposible pero si tiene alguna posibilidad de hacerlo es en ese instante. Rubén se toma una cerveza tras otra y Emilio lo mira. Lo mira caliente y lo escucha mientras el guapo chico le habla de sus penas de amor. De cómo le han hecho sufrir las mujeres. Cuando Rubén está tan borracho que no se podría defender, Emilio le pone de nuevo la mano en el muslo y dice:
--deberías probar con un hombre. Yo te podría hacer muy feliz.
Rubén se levanta, se tambalea.
--¡necesito tener sexo ya aunque sea pagando¡
Rubén está sediento de odio. Necesita descargar la rabia que siente. Emilio traga saliva, su sueño se está haciendo realidad. Se lanza sobre Rubén y lo besa. Rubén lo rechaza pero apenas tiene fuerzas para empujarlo.
--¡quiero una hembra¡
Emilio está demasiado caliente, demasiado necesitado de sexo y Rubén no se puede enfadar porque casi no se tiende en pie. Emilio le agarra el paquete, se lo toca más. Sólo con eso ya se viene.
--ya lo mamo mejor.
Rubén no piensa muy bien lo que dice:
--jamás estaría con un hombre gratis.
Emilio no pierde la ocasión y le saca un billete de 500 euros que lleva encima.
--¿vamos? Hay un motel aquí al lado.
Rubén lo ha dicho porque sí no porque pensara hacerlo y entonces Emilio dice:
--¡tengo varias tarjetas, sacaremos lo que se pueda por el cajero¡
Rubén se deja llevar. Está borracho y furioso. Emilio saca dinero del cajero. No le importa lo que le cueste, sólo acostarse con él. Entran en el motel. Rubén cae en la cama. No hace nada pero no impide que Emilio lo desnude. A Emilio le parece un sueño tener a ese guapo chico sólo para él, poder contemplarlo al natural. Rubén es el chico más guapo que ha visto en su vida. Le encantó verle la verga y ahora tiene todo su cuerpo entero para él. Rubén está ausente y deja disfrutar a Emilio. Se desnuda y se tira sobre Rubén. Frota su sexo con el de él. Lo besa, lo chupa, lo acaricia, lo disfruta. Disfruta con sus pezones pero sobretodo con la verga y chupando el trasero de él. Rubén no se muestra nada participativo, sólo dice:
--en el pantalón tengo preservativos.
Emilio agarra uno y se lo pone a Rubén con la boca. Él mismo se clava la gorda lanza de Rubén. Llora de felicidad. Tener a ese guapo dentro de él es un placer indescriptible. Nunca se había sentido tan feliz. Rubén en cambio está como un zombie.










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