miércoles, 26 de enero de 2011

Capitulo 23














Emilio hijo pasa toda la mañana y parte de la tarde mirando a Rubén. El guapísisisimo joven se ha quedado dormido después de explotar llenando de placer a Emilio. El hombre no había dormido la noche anterior y tampoco piensa dormir ahora. Estar al lado de Rubén desnudo, disfrutando de su cuerpo es un sueño, un lujo (bastante caro le ha salido el polvo) que jamás pensó que podría gozar. No quiere desperdiciar ni un segundo durmiendo. Se queda desnudo en la cama al lado de Rubén. Con mucha luz y no lo cubre.
--Es tan guapo, tan perfecto. La tiene pequeñita como yo pero ¡¡cómo le crece¡ Nunca había visto algo tan gigantesco.
Nunca sus ojos habían disfrutado de un pene tan grande y tan bello. Es la perfección, sólo esa parte tan bonita merecería un monumento. Y la ha tocado, la ha saboreado, la ha disfrutado. Le gustaría poder pensar que aunque le cueste todo lo que tiene podrá convertir al chico en su amante pero no tiene muchas esperanzas porque para tenerlo no sólo ha tenido que pagar y bastante (aunque el cuerpazo del chico lo vale) sino que además lo ha tenido que emborrachar. Es por eso que no quiere dejar de mirarlo, quiere que sus ojos se alimenten para siempre de una belleza tan exquisita que tal vez jamás vuelva a disfrutar. Quiere aprenderse de memoria, grabar en su retina cada milímetro de ese hermoso cuerpo escultural. Rubén está tan dormido que le podría hacer cualquier cosa y ni se enteraría pero a Emilio ya le parece abusar de él demasiado. Está pegado a él y eso ya lo tiene a mil pero no se atreve a tocarlo con la mano, se conforma con mirarlo. Rubén no lo ha tocado ni un solo momento pero Emilio no ha dejado ni un solo rincón del cuerpo del chico sin explorar. Siente escalofríos de placer sólo al recordar, vibra al mirarlo. Emilio se siente más vivo que nunca y es que jamás había poseído un ejemplar semejante de macho.

Rubén no despierta hasta que ha dormido bien la borrachera. Lo hace pasadas las seis de la tarde. Tiene un fuerte dolor de cabeza y está aturdido. Se horroriza ante su cuerpo desnudo junto al de Emilio. Tiene imágenes sueltas de Emilio gozando de su cuerpo. Rubén se levanta furioso. Su mirada da miedo a Emilio pero su cuerpo desnudo en movimiento lo excita y las consecuencias que tenga que pagar por lo que ha gozado merecen la pena. A Rubén no le gusta como las miradas de Emilio se centran en sus genitales. Se los tapa con las manos a la vez que le reclama moviendo la otra mano:
--¡ME HAS VIOLADO¡
Emilio va a saltar de la cama y Rubén se aparta de él. Una mano tapa sus bellezas y la otra la extiende para evitar que Emilio se le acerque:
--¡ni te atrevas a levantarte, basura¡
A Emilio le duele el asco con el que lo mira Rubén.
--¡lo que me has hecho no tiene nombre¡¡¡me violaste, maricón de mierda¡
Sus acusaciones duras y hechas con mucho odio, con mucha rabia lastiman a Emilio aunque nervioso se defiende:
--¡tú fuiste el activo, no podía haberte obligado¡
Con la mano que tiene libre, Rubén se toca el trasero por si nota algún síntoma de haber sido perforado.
--soy pasivo, sólo te la he chupado y tu verga ha estado en mi culo.
Rubén no descubre sus genitales, mueve mucho la otra mano:
--¿¡sólo? ¡¡es asqueroso lo que me has hecho¡
--¡me has salido carísimo¡ --se defiende Emilio nervioso.
Sobre la ropa de Rubén está el dinero. Varios billetes de 500 euros. Rubén mira con desprecio, con odio a Emilio. Siente que ha abusado de él. A Emilio le duele la mirada de horror de Rubén. El chico le va a tirar el dinero a la cara, decirle que no se vende, hacerle sentir que lo violó pero no quiere que a Emilio el gusto le salga gratis. Le deja disfrutar de nuevo de su cuerpo desnudo para vestirse. Lo hace con rapidez. Se guarda el dinero y dice:
--¡no quiero verte más¡
A Emilio nunca lo habían mirado con tanta rabia y eso le da pena. Rubén es muy despreciativo:
--¡nunca había odiado a nadie como te estoy odiando a ti. Espero por tu bien que no te vuelvas a cruzar en mi camino¡¡
Emilio llora. Ha vivido el mejor momento de su vida pero ahora se siente un miserable. Le duele saber que nadie quiere tener sexo con él. Se ha quedado satisfecho sexualmente pero su alma está más herida que antes.



Por otro lado, Sebastián está llegando a la clínica en la que David está ingresado. Se acerca a la puerta de la habitación en la que le han dicho que está. Sale una enfermera.
--el paciente no ha querido ver a nadie –le dice—Ni siquiera a su padre.
--A mí si me va a querer ver, dígale que…
El torero no puede acabar la frase porque se oye la voz de David diciendo:
--pasa.
El chico está bien pero débil y muy deprimido. Sebastián se acerca a la cama.
--¡qué susto me has dado, por suerte estás bien¡
David se muestra a la defensiva.
--¿en serio te importa?
Sebastián le agarra de las manos. Lo abraza. Al creer que lo podía perder se sintió morir.
--¡te amo, te amo¡ ¡¡nunca más vuelvas a hacer algo así¡ --Sebastián.
El torero está feliz de estar con David. No quiere pensar en nada, sólo disfrutar. Su boca busca con ansias la de David. El chico también desea ese beso pero pone la mano entre ellos:
--¿para qué viniste?¿para burlarte de mí?
David está muy triste. Le duele que su amado lo haya traicionado, que lo haya engañado haciéndole creer que se iban a volver a ver. Sebastián se sienta en la cama. Es muy afectuoso:
--veo que no te puedo dejar solo.
David lo mira lloroso:
--¡es que no puedo vivir sin ti¡
Sebastián está muy conmovido por el amor del chico. No puede rechazarlo, quiere intentarlo. Se muestra regañón:
--pero lo que has hecho es una locura, tu vida es lo más valioso. No debes ponerla en riesgo. Me hubieras matado.
El torero se muestra sonriente pero se le escapan las lágrimas.
--¿qué has venido a regañarme? –pregunta David con timidez.
Sebastián le acaricia la mano con cariño y le dice:
--vine para llevarte conmigo.
Sebastián quiere vivir el presente. Ama a David y prefiere tenerlo vigilado, asegurarse que no cometa otra locura. Trata de salvar las diferencias que les impide estar juntos y salvar esa relación que nació entre ellos y que los ha hecho tan felices. Los ojos de David se van llenando de vida. Siente que todo lo que ha vivido en las últimas horas merece la pena para llegar a ese final y lo volvería a hacer con tal de no perder al torero pero no se lo dice para que no lo regañe:
--¿en serio?
--sí –dice Sebastián muy amoroso—si crees que puedas convivir con un torero…
--¡sí claro¡ --dice David sin pensar.
Igual Sebastián lo que quiere es hacer compatibles las dos posturas sin anular a David:
--No tienes que estar en la plaza, sólo a mi lado. Ayudándome.
David salta de la cama, quiere el alta ya pero Sebastián le pide prudencia. David está muy contento.
--¡te amo¡ ¡¡te amo¡
Sebastián sonríe emocionado:
--eres un loco –dice Sebastián con cariño.
Luego le sonríe:
--te amo.
Los dos se besan ardientemente. Están felices. Los interrumpe el padre de David.
--¿qué es esto?
El hombre no entiende nada. Hace unos minutos su hijo se quería morir y ahora es el chico más feliz del mundo.
--papá, este es mi novio, Sebastián –dice con orgullo.
Sebastián extiende su mano. Se las encajan pero “suegro y yerno” están tensos. David salta de la cama contento. Está en bóxers.
--¿Dónde está mi ropa? ¡ya me quiero ir¡
Sebastián se acerca a él. Es muy dulce:
--vuelve a la cama, aún estás débil.
David salta.
--Estoy perfectamente.
Mira a su padre.
--¿verdad?
--bueno en realidad no te han dado el alta porque estabas deprimido y nos daba miedo pero sí con el lavabo de estómago ha sido suficiente.
David abre el armario. Se pone los jeans. Emilio mira a Sebastián y le reclama:
--¿qué has tenido que ver tú con la locura que ha hecho mi hijo?
Sebastián se siente culpable y no sabe qué decir. Descalzo, sin camisa y con los pantalones desabrochados David se pone entre su amado y su padre:
--toda la culpa es mía, yo me porté mal y él se enfado conmigo. A mi se me fue la cabeza pero ya estoy bien.
David abraza a Sebastián:
--él me ha perdonado, él me quiere cuidar. Me voy a vivir con él.
--¿y tus estudios? –padre.
Sebastián piensa que tal vez está actuando mal y que le hará daño a David pero el chico está demasiado ilusionado y el torero no se quiere echar atrás.
--papá, no quiero seguir estudiando. Igual no iba a aprobar. Ya soy mayor de edad y tú tampoco completaste tus estudios. Tengo el dinero de mamá y además Sebastián me ha ofrecido trabajo. Se gana bien la vida.
--¿y a qué te dedicas?
La pregunta es para el torero pero David se adelanta:
--es empresario, tiene una empresa de leche en Sevilla y le va muy bien. Seré su ayudante.
David mira con cara de travieso a Sebastián. Luego David ya con cara de bueno dice a su padre:
--¿no me vas a impedir que me vaya, verdad?
--claro que no.
David besa a su padre:
--¡eres el mejor papá¡
David abraza al torero feliz. Después de haber perdido las ganas de vivir, tanto a su padre como a su amante les gusta verlo contento. No saben decirle no.
--pero me gustaría que no se fueran enseguida, que almenos te quedaras un par de días en casa para que descanses.
--pero papá… --protesta David con cara de fastidio.
--tu novio se viene y se puede quedar contigo en tu cuarto.
--¡Así vale¡ --dice David ilusionado.
--Yo me podría quedar en un hotel –dice Sebastián al que le incomoda la idea de meterse en la casa del padre de su amante.
David lo mira con cara de pena:
--¿no te quieres quedar conmigo?
A Sebastián le sabe mal decir no.



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